Análisis Crítico

 ANÁLISIS CRÍTICO DEL QUIJOTE 

CAPÍTULOS (I – X) 

 

Capítulo I: 


      Este capítulo es la introducción de la obra, en él se nos da un breve resumen acerca de cómo es la vida diaria de don Quijote, también como es físicamente y sus gustos y aficiones; esto ayuda al lector a hacerse una imagen de cómo es el protagonista de la obra. 

     En sus ratos libres, que al parecer eran la mayoría del año, los dedicaba a leer libros de caballerías que lo fascinaban, pero ninguno otro como los de Feliciano de Silva, el cual continuó el Amadís de Gaula y padre del poeta Diego de Silva y Guzmán, merecedor de ser nombrado en esta obra. Fue tal la obsesión de don Quijote que llegó a vender gran parte de sus tierras para traer más ejemplares a su casa. Aparecían frases como: “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”. O “los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza”. Que usan como recurso literario la derivación y hacían que nuestro protagonista fuera perdiendo el juicio poco a poco. 

    Él mismo aseguró que si en filósofo Aristóteles pudiera llegar a leer esos párrafos, no podría en tenderlos debido a su complejidad (creo que Cervantes dice esto para dar a un mejor entendimiento como de enrevesadas eran las lecturas que llevaron a nuestro hidalgo a la locura). También es mencionado este gran filósofo griego, porque fue una de las mayores influencias del autor.

      Quijote se introdujo tanto en sus lecturas que duraban días y noches de tal modo que, para él, aquellos relatos eran la realidad del mundo. Menciona al caballero Cid, al que no considera a la altura del Caballero de la Ardiente Espada, a pesar de haber sido gran caballero; y aun prefería más a Bernardo del Carpio, que daba muerte a Roldán en la batalla de Roncesvalles (referencia a Romances de Bernardo del Carpio). A quien más admiraba era a Reinaldos de Montalbán, (ciclo de libros de caballerías publicados en España entre 1523 y 1542). 

     Finalmente, Quijote, decide hacerse caballero andante con el objetivo de aumentar su honra. Para ello, empieza a prepararse, restaurando unas armas de sus bisabuelos, que estaban abandonadas desde hace siglos, y haciendo su propia armadura, que consigue reforzar con hierro tras un intento fallido. 

   Después se dirigió a su rocín para nombrarlo, ya que tal caballero de tan alta talla prescindía de un nombre para su caballo. Tras días de pensarlo se decantó por Rocinante. Él mismo también necesitaba un nombre por el cual fuera reconocido, al igual que otros caballeros, y decidió que sería Quijote. Pero al acordarse de Amadís, que se hacía llamar Amadís de Gaula, para indicar su procedencia y linaje, nuestro protagonista decide hacer lo mismo y oficialmente se decanta por don Quijote de la Mancha. 

     Con todo, nuestro caballero ya estaba listo para partir a sus aventuras. No obstante, sentía que faltaba algo, una moza a la que amar y servir después de luchar y derrotar a gigantes como Caraculiambro. Cerca de donde él vivía había una, a la cual llamó Dulcinea del Toboso, por ser procedente del Toboso (aunque ese no fuera su nombre real) para referirse a su amada con más sonoridad.  ( Este capítulo sirve como introducción, presenta al protagonista y explica el proceso de como enloquece, lo que lleva a que suceda todo el resto).

    Otros recursos :

Seco de carnes, enjuto de rostro: circunlocución 

Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio: hipérbaton 

Tomar la pluma: metonimia  

Los altos cielos: epíteto 

Se pasaba las noches de claro en claro, de turbio en turbio: antítesis  

Para él no había otra historia más cierta en el mundo: hipérbole 

 

 

 

Capítulo II: 

 

     Don Quijote emprende su primera salida con gran ilusión por estar cumpliendo su sueño, después de haber tomado todas sus armas, su celada, su lanza y subido a rocinante. Al poco de partir se da cuenta de que en realidad él no es un caballero, dado que no llevaba armas blancas como cualquiera otro de las novelas que leía, además de que no había sido nombrado caballero en sí. Entonces, decidió hacerse armar caballero del primero al que se encontrase; esta situación se debe a su poca cordura. A medida que seguía cabalgando, se decía a sí mismo cómo aparecería en los libros de caballerías por sus grandes hazañas. Cervantes con esta parte indica cómo cree que su obra va a tener éxito. 

     También piensa en Dulcinea y en otras ocurrencias suyas, disparates debidos a los tantos libros que ha leído. Hablamos de su primer monólogo, en el que sus delirios y divagaciones dan a entender su perfil de primera mano.

    Cuando anochecía encontró una venta que confundió con un castillo, al que entró para pasar la noche. Allí encontró a dos mujeres, a las cuales comenzó a elogiar, ellas se rieron de su forma de hablar y no concebían aquellos piropos. Eran prostitutas, el lenguaje empleado por el hidalgo no cabía dentro de su vocabulario. Don Quijote comenzaba a mostrase enfadado pero en ese momento apareció el ventero, que le ofreció comida, un lugar para Rocinante y buenos aposentos En esta parte suceden una serie de sucesos  cómicos, como cuando el ventero le debe de dar la cena a nuestro protagonista porque no puede quitarse la celada, que le impide comer, o ya rematando el capítulo, cuando llega a la venta un castrador de puercos. Este toca su silbato y don Quijote lo interpreta como si se tratara de música, confirmándole que debía estar en un gran castillo. 

A pesar de que nuestro hidalgo, se sentía conforme, no lo estaba en el fondo, porque aún no se le concedió su ansiado título de caballero andante.

     Con esto se pretende cerrar el capítulo con más seriedad y no con una escena humorística. 

      (El capítulo, nos muestra la primera salida de nuestro caballero y su primera experiencia como caballero andante, en busca de el título oficial de caballería).

Capítulo III: 

   Se desarrolla en el mismo lugar que en el anterior (la venta). El personaje principal, preocupado por hacerse armar caballero, se encierra con el ventero en la caballeriza y arrodillado le suplica que lo nombre como tal, y el ventero accede a hacerlo. Quijote se lo agradece y el rey, el ventero, decide seguirle la corriente al ser consciente del estado mental del primero. Así que le dice que él en su juventud había hecho lo mismo (el ventero, se dirige gentilmente hacia él, porque probablemente se sentía intimidado de cierta manera, por la forma de actuar que su cliente tenía, a diferencia de los otros).

     Para que el nombramiento fuese válido debían de poner las armas a velar en la capilla, pero como estaba en una supuesta reconstrucción, las pusieron en un patio. 

    Don Quijote confiesa al ventero que no llevaba dinero con el que pagarle, a lo que él respondió que todo buen caballero debe llevar una bolsa llena de dinero y más recursos, como vendas en caso de ser heridos en alguna batalla, (esta situación es resultado de un error de comprensión de don Quijote, al leer sus libros, que no lo decían explícitamente, la implicatura del significado, que él, no consiguió llegar a una conclusión con sentido; tendría que haber deducido que es algo imprescindible para todo caballero).

     A continuación, el ventero le cuenta a los otros huéspedes las locuras de nuestro protagonista, quien se encuentra vigilando sus armas para que nadie se las robe cuando, de repente, un arriero se dirige a dar de beber a sus caballos. Este quita las armas de la pila y Alonso Quijana, que estaba vigilándolas, le da con su lanza en la cabeza, como debía ser. Llega otro arriero y se repite la escena, pero esta vez le son tres golpes los dados en la cabeza. Así que la gente que se encontraba en la venta acude y empieza a lanzar piedras, por lo que el ventero sale a defenderlo. 

    Al final don Quijote fue nombrado caballero a la vieja usanza, con dos toques de espada en los hombros. Acabado el nombramiento, las dos mujeres quedaron sorprendidas y le dijeron que le servirían de por vida (lo hacen, para burlarse de él, pues esta claro que nunca las volvería a ver). Él les preguntó sus nombres y les dijo que a partir de ese momento se llamarían por "Doñas", el caballero, les otorga este título en muestra de agradecimiento por la supuesta eterna lealtad que le han prometido (otro ejemplo más de la ingenuidad del hidalgo) . Finalmente, todo quedó en nada y se marchó al amanecer. (En opinión mía las dos mujeres y el ventero ,a pesar de hacer burla de don Quijote, lo intentan hacer de una forma disimulada, siguiéndole la corriente ya que podrían haberlo ofendido de maneras peores).

 

Capítulo IV: 

      Don Quijote, se dirigía de vuelta a su pueblo, para coger dinero y otras pertenencias, y de paso buscar un escudero, tenía en mente un labrador vecino suyo, pobre y con hijos (Sancho Panza). Y por el camino oyó unas voces, y se dirigió hacia ellas. Allí ve como un señor está azotando a un joven, semidesnudo y atado a un árbol, en ese momento, don Quijote, ordena al señor que pare si no se quiere enfrentar con él (el señor para por la figura imponente de don Quijote , a mi parecer, mas que por "imponente" es por la impresión que daba ver al caballero de tan extraña apariencia sobre un viejo rocín). 

    El señor lo desata, don Quijote le pregunta por qué le estaba pegando, y responde que el chico (el cual era su criado), le había perdido unas ovejas y él alega que su dueño lleva nueve meses sin pagarle, y pone como excusa la perdida de sus ovejas (mentira), don Quijote, obliga al señor, pagar al criado. 

     Al irse don Quijote, el señor, vuelve a azotar al chicho, y le dice que irá a decírselo a don Quijote, al final él se va llorando y su amo queda riéndose.  

Don Quijote, prosigue y se encuentra con un cruce, e indeciso deja que Rocinante, elija por cual ir (como en los libros de caballerías). A lo lejos divisó un grupo de mercaderes, esperó a que se acercasen, alzó la voz y arrogantemente le dijo de la hermosura de su amada Dulcinea del Toboso. Los mercaderes, para satisfacerse, exigían ver una imagen suya para probar lo verdaderamente bella, que era según don Quijote, luego se burlan, diciendo que será manca y tuerta. Don Quijote, furioso, por la blasfemia hacia su amada pretende atacarlos y cae al tropezar su caballo, en el suelo no consigue levantarse, por el peso de sus armas (es lo contrario a lo que pasaría si fuera un caballero de verdad, fácilmente podría levantarse del suelo), culpa a Rocinante, de haber caído y acto seguido uno de los mercaderes le cogió su lanza, que, tras partirla, empezó a darle de palos. Ya cuando cesaron, don Quijote, en el suelo se preguntó cómo iba a poder levantarse en ese estado si ya no lo podía haber hecho cuando aún estaba bien. ( Aquí, parece que él, duda en un breve instante, si realmente es un buen caballero; de cierta forma indica que aún le queda algo de cordura).

 

Capítulo V: 

     En este capítulo cuenta el regreso de don Quijote, a su casa. Estando en el suelo, comenzó a recordar uno de los libros que había leído y comenzó a recitarlo en alto (Valdovinos y marqués de Mantua), y también recordó a Dulcinea. Para su suerte, por allí pasaba un labrador, vecino suyo, que le reconoció como Quijana, y le ayudó a levantarse, cargando sus armas, sobre su caballo Rocinante. El hombre le preguntaba repetidamente como estaba, pero don Quijote le respondía con versos de los tantos que había leído. 

      Llegaron de vuelta al anochecer, pero esperaron un tiempo, para que nadie viese a don Quijote, en ese estado. En cuanto llegaron a su casa en ella, estaba su ama, su sobrina, el cura y el barbero del pueblo (amigos de don Quijote), todos estaban alborotados, pues su ama, se quejaba de que antes de salir de casa pasaba días y noches leyendo, y al acabar un libro tras otro decía como quería hacerse caballero e irse en busca de aventuras, la más exaltada era su sobrina, que aseguraba que al terminar de leer cada aventura, se ponía a dar de cuchilladas a las paredes y que combatía con gigantes que tras matarlos confundía el sudor con la sangre después de la supuesta batalla (símil: sudor/ sangre). 

     El labrador, comprendió la enfermedad se su vecino al escuchar las explicaciones de su ama y su sobrina, por lo que este decide seguirle el juego, luego lo llevan a la cama, para revisarlo de sus heridas, que solo resultó ser molimiento. 

    Don Quijote, no quería responder a las preguntas que le hacían, solo quería comer y dormir. El labrador, contó al cura como encontró al hidalgo.  (La función secundaria de este capítulo, a parte de seguir contando la obra, nos permite saber un poco más de las relaciones que tenía nuestro protagonista, antes de enloquecer).

 

Capítulo VI: 

     El barbero, el cura, el ama y la sobrina, entran en el aposento donde están los libros, en el cual hay aproximadamente más de cien, unos grandes y otros más pequeños; deciden que todos deben ser quemados, en especial los de caballería, por causar la locura de don Quijote, y que es buena idea arrojarlos por la ventana que da al patio, para luego, quemarlos en conjunto, en el corral. 

      A medida que los van revisando, se dan cuenta que hay algunos que por su importancia literaria merecen ser conservados, entre ellos : Amadís de Gaula (por ser el primero de caballerías impreso en España, por ser el mejor de su género y único en su arte), palma de Inglaterra ( por lo bueno que es y por haber sido escrito por un rey de Portugal), Don Belianís, Historia del famoso caballero Tirante el Blanco,( por ser una mina de pasatiempos y contar cosas que no se cuentan en otros de su género), luego comenzaron con los de poesía ; la Diana de Montemayor (en vez de quemarlo, deciden suprimir ciertas partes), La Diana llamada segunda del Salamantina, Los diez libros de fortuna de Amor, El pastor de Fílida, El cancionero de López de Maldonado (por ser admirado, por quien oye sus versos),La Galatea de Miguel de Cervantes (por su invención de proponer algo y no concluir nada), (cabe destacar que el propio autor se incluya a sí mismo en el texto, y también una obra suya); La Araucana, La Austríada y El Monserrato (estas tres son las mejores muestras castellanas de verso heroico) y Las lágrimas de Angélica (por ser su autor uno de los mejores poetas de España y del mundo. Y aquí remata el capítulo sin más. (Pienso, que Cervantes, con este fragmento de la obra pretendía dar su punto de vista a cerca de las obras que más admiraba y consideraba de las mejores de la literatura española).

 

Capítulo VII: 

    Repentinamente, tiraron al fuego, libros que merecían ser conservados (La Carolea y León de España y Los Hechos del Emperador, amabas obras de Luís de Ávila), porque don Quijote, había despertado y empezado a dar voces, se acercaron a él para abrazarlo y forzarlo para volverlo a acostar. 

    Ya más tranquilo, el cura se dirigió a él, para decirle que descansara, a lo que don Quijote le respondió que la paliza fue culpa de aquel mercader al que él se refería como Roldán, y que no estuviera preocupado, pues él se encargaría de vengarse. 

     Cuando don Quijote, volvió a dormir, el cura y el barbero, propusieron tapiar la estancia donde antes estaban los libros que quemaron y que al despertar dijeran al hidalgo, que había sido obra de un encantador. Y así fue, cuando despertó de nuevo, don Quijote, empezó a buscar la estancia donde guardaba los libros, y su sobrina miente, diciendo que un encantador se la llevó a la noche de su primera partida. 

      Pasó él, quince días tranquilo, en los que buscó dinero (vendiendo pertenencias y empeñando otras) y un escudero, al que recurrió a un labrador, vecino suyo, se trataba de Sancho Panza, que lo convenció prometiéndole que como recompense le proporcionaría una ínsula (como en los libros de caballerías, que el caballero tras conquistar un reino, le cedía parte de esas tierras a su acompañante). Don Quijote, le pregunto si tenía un caballo, pero Sancho, solo tenía un asno y finalmente aceptó. 

       Salieron, una noche, sin avisar a nadie de sus familias, ni amigos, para no ser vistos y lo hicieron por el mismo camino de la primera salida. 

        (En este capítulo, narra la segunda salida de nuestro protagonista ya acompañado de su escudero, me parece extraño que Sancho, no quiera despedirse de su familia antes de partir, al fin de acabo la orden se la ha dado un viejo vecino que a penas conocía  y que por encima no estaba cuerdo).

 

Capítulo VIII: 

     Por el camino, don Quijote y Sancho se encontraron con unos molinos de viento. Cuando el caballero los vio, le dijo a su escudero de los treinta gigantes que había enfrente y Sancho, confuso, le respondió preguntándole a qué gigantes se refería. A lo que don Quijote le contestó que a los que tenían en frente, y que también se fijase en cómo agitaban sus grandes brazos (las aspas de los molinos). El hidalgo se adelantó hacia ellos apuntando directamente con su lanza, que quedó hecha pedazos y calló al suelo por el impacto, tras ser enganchado en ellas.  

     Sancho lo ayudó a subir a Rocinante mientras le convencía de que no se trataban de gigantes. No obstante, don Quijote ya se había dispuesto a hablar sobre su amada, Dulcinea, como siempre hace cuando está en una supuesta batalla. Deciden entonces seguir su viaje a Puerto Lápice. Por el camino, recordó haber leído que un caballero español, al romper su lanza, había hecho con una nueva con una rama de encina; así lo hizo él también, añadiendo la punta de hierro de la antigua. La hizo de noche, mientras descansaban en una arboleda. 

         A la mañana siguiente continuaron su camino, en busca de más aventuras. Entonces, vieron a lo lejos dos bultos negros, que según él eran dos encantadores que llevaban secuestrada a una princesa. Sancho otra vez le dice que se equivoca, que se trata de unos frailes de San Benito y de un carro que lleva pasajeros. Sin embargo, don Quijote se puso en medio y los frailes trataron de convencerlo de que no llevaban a ninguna princesa secuestrada. Él hizo caso omiso y tiró a uno de los frailes. Ahora su escudero decide ayudarlo, pero aparecen los guardas del carro y lo molieron a palos. Mientras, don Quijote se dispuso a hablar con la dama del carro, exigiéndole que le contase a su querida Dulcinea del Toboso cómo él la había rescatado. Es interrumpido por uno de los guardias y muestro caballero siente que le hace una gran ofensa, lo desafía y el guardia, con su espada, lo hiere en un hombro.  

        A partir de aquí, bien expresado por el narrador omnisciente de la novela, concluye la primera parte de la novela.

          (Me parece extraño, que el capítulo se cierre de tal forma, pero que al menos se explique mediante el narrador, el porque).

(SEGUNDA PARTE) 

 

Capítulo IX: 

     En este comienzo de la segunda parte, el narrador omnisciente explica la intriga que le dejó no saber cómo terminaba la batalla entre don Quijote y aquél guarida. Así que relata de qué forma encontró los manuscritos que encuentra más tarde, al buscar final para la batalla.

Estando un día en Alcaná de Toledo dice que vio a un joven que andaba vendiendo unos cartapacios y papeles viejos. Y que como aficionado a leer, se acercó para echar un vistazo para descubrir que estaban en árabe. Es por ello que que busca y encuentra un morisco aljamiado capaz de leer los caracteres de la lengua, para preguntarle qué dice. Este se empieza a reir, el narrador le pregunta por qué y da la casualidad de que se trata de la aventura de don Quijote. Resultó ser una adaptación de Cide Hamete Benengeliun historiador arábigo. Compró todos los cartapacios y le pidió al morisco que pasara a castellano la obra, le pagaría adecuadamente. Lo llevó a su casa para asegurarse de que no se extraviara nada y en un mes y medio ya lo tenía. 

      Prosigue entonces con la segunda parte, con la lucha entre el vizcaíno, que se da el caso de que también se llamaba Sancho, y el hidalgo. Ambos estaban con las espadas alzadas. El vizcaíno consiguió herir a don Quijote en el hombro izquierdo, destrozando parte de la celada e hiriendo parte de su oreja. Este cae y se queda tirado en el suelo, pero no se da por vencido. Alza de nuevo la espada con la que daña gravemente a su rival tumbándolo y haciendo que sangre. Don Quijote pone su espada enfrente a sus ojos, dispuesto a quitarle la vida, pero las damas que iban en el coche lo para. Le rogaron que le perdonase la vida y él acepto, pero con la condición que le dijesen a Dulcinea la hazaña que acababa de hacer. Y así se lo prometieron, a pesar de que ellas no sabían de quien se trataba. 

        (A diferencia de otros capítulos, en este se cuenta como fue descubierta la continuación de la propia novela).

         Aquí vuelve a suceder, por burla hacia él, las damas mienten de ir a avisar a su amada aunque no la conozcan.( Los personajes ajenos a don Quijote, siempre intentan burlarse de él, pero siguiéndole la  corriente para que no se entere).

         Me sorprendió que de repente nuestro protagonista, consiga derrotar al guardia, gana cuando parecía que todo estaba acabado.


Capítulo X: 

      El capítulo empieza con Sancho levantándose del suelo. Viendo que ya había terminado la batalla, le preguntó a don Quijote, una vez más, si le podía ceder la ínsula que le fue prometida. EL segundo le responde que esta batalla era una encrucijada, de poca importancia, y que habría más oportunidades. 

       Se ayudaron a subir a sus caballerías mutuamente y siguieron su camino sin despedirse de las damas del coche. Don Quijote andaba a un paso más acelerado que su escudero, quien, en cuanto lo alcanzó, le propuso a su amo ir a pasar la noche a una iglesia. Temía que al quedar maltrecho el monje avisase a La Santa Hermandad. 

       Cambiando de tema, don Quijote estaba dolorido y Sancho decidió curar su oreja, mientras este le hablaba de un bálsamo que, se supone, sanaba instantáneamente y cuyos ingredientes sabía de memoria. Se hace de noche por el camino así que decidieron cenar, más bien el escudero, el cual sacó cebolla, pan y queso. Al no encontrar un lugar donde dormir, decidieron quedarse en una choza al aire libre. Esa noche para don Quijote sería una experiencia que servía de acto, que facilitaría su prueba como caballero andante; mientras que para su acompañante, una noche sin techo al aire frío.

(Pienso que, el hidalgo, quiere pasar la noche a la intemperie, para reflexionar en todo lo que llevaba hecho de momento a eso se refería con prueba de caballero andante, reflexionar lo que implica ser caballero y puede que también para pensar en su amada Dulcinea).






Cómic del primer capítulo de Don Quijote de la Mancha.

























Comentarios